Bendecir o maldecir solo da fe de lo que uno mismo cree que es a un nivel más interno e íntimo y el deseo de como quiere vivir. No hablo del acto dicho, escrito o posteado en una red social de buenas a primeras y con asiduidad como el que tiene oportunidad de dar patadas a una piedra caminando por una calle empedrada, hablo del sentir continuo inevitable que se manifiesta interiormente al relacionarme con todo, a ese acto interno, íntimo y personal que se manifiesta al cruzarme con cualquier cosa o persona con la que uno se cruza a lo largo de los días y se experimenta regalando azucenas o regalando espinas, regalando comprensión o regalando juicio, independientemente de si lo exterioriza o no. El acto exterior puede dar lugar a confusión, ser incongruente y actuar, hablar o escribir como no siente verdaderamente aunque con mucho costo, pero el acto interior es inconfundible sin término medio, congruente porque a pesar de mi posible incongruente intento exterior de ocultarlo o disimularlo, interiormente siempre sigue siendo fiel, e imparable porque no se puede evitar de ninguna de las maneras que uno pueda inventar o pensar. Ahí es donde realmente tiene lugar la bendición o la maldición que invitará a la posterior experiencia. Siempre somos más lo que callamos que lo que decimos y ahí en ese espacio que callamos es donde tenemos que tener puesta toda nuestra atención, pues es el lugar donde se gesta la manera en que me voy a experimentar o relacionarme con todas las cosas -con todo lo que conlleva relacionarme desde un lugar u otro- y donde dispongo de la total libertad para relacionarme de otra manera si es que deseo hacerlo.
Miguel Ángel
El saber no ocupa lugar pero siempre ocupa algo…
Se suele almacenar una cantidad inconmensurable de saberes que se tornan inútiles siempre por falta de uso, algo bastante común. Se suelen aprender numerosísimas terapias, disciplinas y conocimientos que luego quedan colgados o guardados lindamente junto al diploma obtenido porque en vez de profundizar y tratar de aplicar lo aprendido resulta más interesante hacer esa nueva cosa que ha salido al mercado y colgarse una nueva medalla sin logros. En todo este «saber que no ocupa lugar» también podemos comprar ideas de buenas a primeras sin aplicar ni el más mínimo estudio, profundización o discernimiento cuerdo y lógico el cuál acaba causando más mal que bien. Y también podemos acabar cogiendo el hábito de mantenernos en una búsqueda incesante de un poquito más de felicidad, tranquilidad o paz a través de todos estos saberes, terapias, disciplinas, charlas o vídeos que todas mezcladas dan la posibilidad de liar y complicar más el camino de esa búsqueda de felicidad volviéndola ciertamente agotadora y tortuosa, y es que a veces las buenas intenciones tras un nuevo saber, terapia o nuevo intento de empezar otra cosa no son suficientes. El saber no ocupa lugar pero siempre ocupa algo y si ese saber no fue constructivo, no fue creativo, no abolió por completo el hábito de búsqueda y no te arrojó a la felicidad uno debería preguntarse que es lo que está ocupando ese saber porque ocupar por ocupar es innecesario y no tiene sentido.
Miguel Ángel
Hablemos un poco de «personas tóxicas» desde el prisma de Un Curso de Milagros:
Si todo lo que hago es a mí mismo a quien se lo hago, si todo lo que doy es a mí mismo a quien se lo doy y si todo lo que percibo es una proyección de mi mente, de lo que más cuidado debe tener uno acerca de las «personas tóxicas» que percibe a su alrededor es del juicio, las opiniones y los ataques que uno mismo ejerce en contra de ellas porque al final, todo lo que hago, trato o pienso de cualquier cosa o persona que ahí afuera percibo no es más que una proyección de mi mente. ¿Dónde está la toxicidad, en lo percibido o en el perceptor?, ¿Y no se encuentra dicha toxicidad en ambos al ser la percepción misma la invención de una causa tóxica? A lo carente de amor lo que más falta le hace es amor, no alejamiento, separación y despreció…pensémoslo.
Miguel Ángel
Miguel Ángel
Hacer especial, exclusivo y único a algo o alguien es el peor favor que le puedes hacer a ese algo o alguien y a ti mismo. Esto que parece tan guay en un principio pero que luego pierde o varía su intensidad, que crea duda ocasionalmente y que incluso llega a volverse una relación de amor-odio con dicha cosa o sujeto (cualquier tipo de relación existente sea amorosa, familiar, laboral, amistad, enrelación con cosas, con hábitos, etc), hacer especial lejos de unir realmente es una «bonita» manera de seguir fragmentando, separando e idealizando, una «bonita» manera de negar el miedo en el que te encontrabas y te encuentras, el cual te llevó a iniciar la búsqueda de esa cosa o persona especial, una «bonita» manera de sedar su intensidad y postergarlo para un poquito más adelante para así seguir apostando por el sistema de pensamiento que te lleva a todo esto y volverlo perpetuo sin que te des cuenta. Y si, no siempre pero por norma solo hasta que estás lo bastante harto de sufrir y de repetir el bucle no es que se da el permiso a la entrada de un rayito de luz, y ahí la mente decide o empieza a decidir soltar las ideas, sentimientos o emociones que hicieron iniciar dicha búsqueda permitiendo que sean observados, confrontados y desechos, obviamente cuando uno se encuentra en una situación así no puede salir sólo sin una primera ayuda «externa» (libro, enseñanza, disciplina espiritual, psicólogo, terapeuta, conferenciantes, cualquier cosa a la que se considere ayuda…) puesto que fue él mismo el que urdió el problema haciendo uso de un sistema de pensamiento el cual seguramente excluya la solución. Ahora, como podría reconocerse si la ayuda externa es la apropiada?, bueno, debería empezar a discernirse tras tanto vivido si la ayuda es honesta, humilde y empodera realmente liberando el deseo de ser o hacer especial o de lo contrario lo que está facilitando la ayuda me muestra tanto en él como en mi un deseo sutil y subyacente de ser algo especial, exclusivo y único lo cual me indicaría que posiblemente me este metiendo de nuevo en la boca del lobo y a estas alturas, ciertamente, no sería lo más conveniente. Toda verdadera ayuda enseña que la ayuda siempre proviene de ti.
Miguel Ángel
Nunca te has movido ni te mueves del presente, cuando estás pensando en el pasado o en el futuro y crees que te has salido del momento presente realmente no ha sucedido nada fuera del presente (pensarlo es una inocentada, un chiste, una broma mental.), de hecho todo lo que se manifiesta únicamente puede hacerlo en el presente, piénsalo… da igual que tu catalogues algunos de los pensamientos que ahora emanan en tu cabeza como pertenecientes al pasado o al futuro porque siguen sucediéndose ahora, no hay más. Puedes perder la conciencia de que estás únicamente en el presente y deambular en imaginaciones, y ciertamente traer lo que no está sucediendo ahora y tratar de sustituirlo por lo que si está sucediendo puede causar con toda seguridad mucho dolor, ansiedad y angustia. Uno puede «permitirse» divagar a modo de «juego inocente» si lo desea entre el pasado y el futuro con recuerdos o deseos futuros como un viaje o lo que sea, siempre que lo haga sin apegos, esto no causará dolor, puede resultar hasta divertido, pero si te sales del «juego inocente» que en si no es absolutamente nada, ilusiones e imaginaciones que pueden quedar en la nada sin más, y lo que haces es irte a esos espacios temporales para tratar de sustituir, arreglar o cambiar algo en el presente…ya sabemos todos como acaba la historia. «Salirte» del momento presente no causa dolor, querer «sustituir» el momento presente si y mucho.
Miguel Angel
Miguel Ángel
Tu no eres el ruido: Tras todo el aparente ruido mental el silencio sigue siendo ese amoroso y permisivo espacio donde todo es bienvenido, la amorosa cuna donde todo va a manifestarse y encuentra su perfecto lugar para hacerlo… se puede pensar, y de hecho se hace, que el silencio desaparece pero la realidad es que ni se inmuta ni deja de ser lo que es aunque aparentemente no se sienta o pase desapercibido, sigue estando ahí, sigue siendo la base donde todo se expresa. Y ahora, lo mismo pasa con tu Ser (el silencio) y el personaje que crees ser (el aparente ruido), nada de lo que crees, pienses o afirmes acerca de lo crees ser, por bueno o malo que sea, puede atacar o cambiar la realidad de lo que Eres, puedes creer que lo estás haciendo y que incluso hasta lo consigues pero ciertamente ni se inmuta, sigue siendo permisivo a pesar del ruido que hagas, sigue siendo perfecto, inmutable y eternamente amoroso.
Miguel Ángel
Miguel Ángel