Me observo, me asumo, me disuelvo…

Me observo, me asumo, me disuelvo… Me siento, me perdono, me acepto… la cosa siempre empieza por uno mismo, de dentro hacia afuera, de lo más interno a lo más externo, de lo más cercano a lo más lejano. Y así empiezo con la guerra más cercana que suele ser contra uno mismo (no soy suficiente, no valgo, soy malo, me da miedo, me juzgo, me condeno…) -y quede claro que el que hace esto consigo mismo lo hace con todo el mundo- y luego lo extiendo a la guerra de exigencias que emprendo con mi pareja, con mis padres, con mis hermanos, hijos, primos, compañeros de trabajo empezando a permitir que sean lo que son, que se expresen como lo hacen, liberándolos del control que he impuesto sobre ellos de como tienen que ser, que tienen que decir o como han de actuar para que yo me sienta “feliz”, y así continuo con su extensión sin límite alguno, observando, asumiendo y disolviendo… sintiendo, perdonando y aceptando… pero primeramente, por lo más cercano y quizás lo más difícil, a uno mismo.

Miguel Ángel

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